Creencias.


    ¿Cómo influye lo que creemos en lo que hacemos? ¿Y cómo se relacionan estas creencias con la realidad en la que nos encontramos? ¿Te has preguntado alguna vez cómo influye lo que piensas en tu rendimiento deportivo? 
    Nuestras creencias son algo fundamental no sólo cuando hacemos deporte, sino también en nuestro día a día. Es nuestra forma de entender el mundo. Y es que sí, todo lo que pensamos influirá directamente en todo lo que hagamos. Ajustar nuestras creencias a la realidad nos permitirá ajustar también nuestra respuesta.
    


    Cuando hablamos de "creencias", no nos referimos a posibles rituales o creencias religiosas, sino a la forma que tenemos de procesar las situaciones. Según Beck, las creencias son mapas internos que nos permiten dar sentido al mundo. Se construyen y se generalizan a través de la experiencia. Hay que tener en cuenta que las creencias no tienen porqué ser buenas o malas: todas pueden ser igual de válidas, pero sí que es cierto que algunas creencias pueden limitarnos en el camino hacia nuestro objetivo. 
    Cada persona tiene una serie de creencias propias que ha aprendido a lo largo de los años gracias a su experiencia personal y al contexto en el que se ha criado. Lo habitual es que las creencias se ajusten a la realidad, pero esto no siempre ocurre. Y es aquí donde se pueden terminar desarrollando pensamientos irracionales, que son los que más nos limitan. 
    Además, es que estas creencias influyen directamente en otras variables importantes que también necesitamos para alcanzar nuestro mayor rendimiento deportivo, como por ejemplo: 
  • Autoestima: cómo influye lo que yo creo en la imagen que tengo de mí mismo. 
  • Confianza: si creo o no en mis habilidades a la hora de llevar a cabo determinada conducta, (por ejemplo, si creo en que puedo ganar este campeonato).
  • Estilo de atribución: la conducta que acabo de llevar a cabo, ¿ha sido gracias a mí y mis habilidades o, por el contrario, ha ocurrido gracias a otros elementos externos, como podría ser "la suerte"? 
  • Definición de roles: ¿cuál creo que es mi papel en el equipo? 
    Como podéis ver, en realidad las creencias funcionan como una especie de muñeca rusa: una creencia es la cimentación de la siguiente, la cual será la base de la siguiente... Y así todas, formando una especie de red gracias a la cual interpretamos la realidad. Y es sobre esta red que terminamos forjando eso a lo que llamamos "personalidad", porque gracias a nuestras creencias vemos el mundo de determinada forma. Es como si también usáramos esta red como unas gafas: a través de ella, vemos las cosas no tal y como son, sino como creemos que son. Es algo altamente subjetivo, y esto puede convertirse en un arma de doble filo. El ejemplo es muy sencillo: ¿recordáis alguna vez en la que no hayáis estado de acuerdo con alguien? ¿Qué ocurrió? Probablemente, que cada uno interpretó la situación a su manera, y no coincidisteis en dicha interpretación. Esta es la base de las discusiones... Pero tenemos otro ejemplo, más llevado al ámbito deportivo: ¿alguna vez habéis pensado que el árbitro o el juez se equivocaba en su decisión? ¿Qué creencia podría haberle llevado a tomar esta decisión que vosotros, desde vuestra visión de deportista o espectador, no habríais tomado bajo ningún concepto?
    Ya hemos dicho que, en general, las creencias se ajustan a la realidad en la que vivimos, por lo que la mayoría de las veces creemos cosas muy parecidas a las que creen las personas que tenemos cerca. Y cuando discrepamos, surgen las discusiones. Ahora bien, ¿qué pasa cuando el problema de la creencia es que no se ajusta con la realidad que nos rodea? Aquí, muchas veces, se encuentra la clave que hace disminuir nuestro rendimiento. Y aquí, por ende, es donde tenemos que intervenir. 
    El problema de este punto es que, por definición, las creencias no se ven. La única forma de saber qué cree una persona es que ella misma lo manifieste, o que dicho pensamiento se pueda inferir a través de determinada conducta. ¿Y cómo se manifiestan estas creencias dañinas que hay que cambiar para potenciar el rendimiento? Lo más habitual es que surjan los ya citados pensamientos irracionales. Algunos de los más comunes son los siguientes: 
  1. Tengo que ser perfecto en mi deporte, si no lo logro seré un incompetente. 
  2. Tengo que hacerlo todo bien para ganar el cariño y la aprobación de los demás. 
  3. Todos tienen que tratarme con respeto y justicia siempre. 
  4. Las situaciones que enfrento a diario no tienen que salirse nunca de mi control. 
  5. Tengo que preocuparme de todas las cosas que pueden salir mal para evitarlas. 
  6. Es culpa mía que el equipo haya perdido. 
  7. No puedo perder, no hay nada peor que una derrota.
  8. Es mejor que no lo intente, porque sé que va a salir mal. 
  9. Si algo salió mal, saldrá mal de nuevo. 
  10. No tengo que entrenar, no me hace falta. 
    Por supuesto, estos son solo algunos ejemplos, por lo que es posible que cada deportista en concreto se encuentre con sus propios pensamientos irracionales (ya hemos dicho que esto es algo subjetivo, ¿verdad?). No obstante, la mayor parte de los pensamientos irracionales tienen una cierta base común: son dogmáticos (¿os habéis fijado en el "tengo que"? ⚠ ¡Mucho cuidado con los pensamientos de este tipo!), catastrofistas (no es que miren el lado negativo, es que nos llevan a la PEOR de las situaciones) e incluso proféticos (afirman con certeza que esto que yo creo es lo que va a ocurrir 🔮). Así que, ¿cuál es la solución? Hacer un trabajo consciente para cambiar estos pensamientos, hacer el esfuerzo de volverlos funcionales (¿para qué gastar mi energía en algo que no me sirve para nada, o que incluso me frena?), flexibles (el mundo cambia: que nuestras creencias cambien con él) y prácticos (aplicados a un momento concreto para sacarle todo el provecho posible). Es un trabajo duro, pero merece la pena intentarlo. 
    Creer que algo es posible es la base para hacerlo. Y el primer rival al que hay que vencer son las dudas que nos genera una forma incorrecta de pensar. Cuando un deportista aprende a controlar su manera de pensar, puede creer en lo imposible, y así es como se obtienen los resultados extraordinarios. 

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