Motivación


    De entre todas las variables que existen y que influyen en el rendimiento deportivo, probablemente la más conocida sea la motivación. No es extraño encontrarse con deportistas que hagan alusión a ella, explicando su actuación en el campeonato en base a lo motivados que estaban ese día, o cómo de motivados estaban en los entrenamientos, o sencillamente lo motivados que están por seguir avanzando en su disciplina. Motivados, motivados, motivados... 😵 Sí, hablamos de la motivación constantemente. ¡Y no sólo en el deporte! "Fui al examen muy motivado". "Es que no estoy nada motivada para sacarme el carnet de conducir". "No me motiva nada ir a esa fiesta". Y un laaaargo etcétera. Probablemente ni siquiera sea necesario poner más ejemplos, porque estamos seguras de que, cualquiera que lea esto, ya sabrá qué le motiva personalmente
    No obstante, ¿sabemos realmente qué es la motivación? ¿Y conocemos de verdad cómo nos afecta en nuestro día a día? 
    Una definición rápida y concisa sería decir que la motivación es la gasolina que nos hace avanzar hacia una meta. Y es que, si tiramos de la etimología, descubrimos que es un término que tiene su origen en el latín, concretamente en el término movere, que significa "mover, trasladar". Así que sí, la motivación es eso que nos hace movernos en la dirección que nosotros queramos. 
    Si nos ponemos más técnicas, podemos comentar también que "la motivación tiene que ver con por qué el comportamiento se inicia, se energiza, se sostiene, se dirige, se detiene y qué tipo de reacción subjetiva está presente cuando todo esto sucede" (Jones, 1985). O aún más corto: que "la motivación es la dirección e intensidad del propio esfuerzo" (Sage, 1977). También hay que tener presente que, a lo largo de la historia de la Psicología, la motivación se ha estudiado desde diferentes enfoques y se han creado diferentes modelos para explicarla, por lo que se pueden encontrar algunas peculiaridades propias de cada autor en cada definición. 
    Por otro lado, hay que tener en cuenta que la motivación es una variable que no se puede medir directamente. Es decir, que los psicólogos tenemos que inferir cómo de motivado está un deportista a través de la conducta que emite. A cuántos entrenamientos va, cómo se enfrenta a los diferentes ejercicios, un autorregistro... Todo muy útil, sí, pero siempre indirecto
    ¿Y por qué estudiar la motivación? Bueno, para empezar, porque nos permite saber qué motivos tiene el deportista para seguir entrenando. Descubrir la motivación de una persona nos permitirá saber, además, por qué hace lo que hace y qué le aporta. Con estos datos se pueden planificar sus entrenamientos y asegurarnos de que los cumpla, porque así conseguiremos que tenga gasolina durante toda la temporada. Tanto en las buenas como en las malas, porque es inevitable que se den situaciones de los dos tipos 🙊.
    Citando a Young en su trabajo de 1961, "podemos entender el estudio de la motivación como la búsqueda de los determinantes de la actividad humana y animal". O, si lo preferís, también tenemos el trabajo de Mook de 1987: "el estudio de la motivación es la búsqueda de principios que nos ayudarán a entender por qué las personas inician, eligen o persisten en acciones específicas en circunstancias específicas"
    Estudiar la motivación de un deportista, en definitiva, nos permitirá responder preguntas tan vitales para él, como por ejemplo ¿qué puede hacer que entrene todos los días y en cualquier condición?, ¿por qué quiere mejorar?, ¿cómo va a luchar por el éxito? Y es que esto es la base. Si no hay motivación, no hay nada que podamos hacer con el deportista. La buena noticia es que, aunque la motivación fluctúe de un momento a otro (lo cual, de hecho, es perfectamente normal: los niveles de motivación no se mantienen constantes, sino que van variando a lo largo de la temporada) hay ciertas técnicas que nos permiten jugar con ella para intentar que siempre sea la adecuada para cada deportista en cada instante concreto. Porque además se trata de encontrar el punto óptimo, ya que un exceso de motivación puede ser tan perjudicial para el deportista como una falta de ella.
    Otro aspecto que hay que tener en cuenta de la motivación es que se compone de dos partes: la dirección (los objetivos, ¿hacia dónde quiero ir?) y la intensidad (la cuantía, ¿cuánto quiero llegar hasta ahí?). Y tampoco podemos olvidarnos de que la motivación puede ser de dos tipos: intrínseca (cuando la persona actúa por interés propio, le resulta divertido y/o tiene sensación de reto. Es decir, que actúa por el placer de la propia actividad) o extrínseca (la persona actúa por las consecuencias, ya sean incentivos o castigos, y es una motivación independiente de la propia actividad. Es como si la motivación viniera de fuera de la persona). Si la motivación es intrínseca, que viene de dentro de la persona, es más probable que la conducta se mantenga en el tiempo. Es decir, que el deportista con motivación intrínseca entrenará porque quiere entrenar, independientemente de los resultados obtenidos en competición, mientras que este último motivo será lo que mueva un deportista con motivación extrínseca. Y si el deportista sólo entrena porque quiere ganar campeonatos, probablemente deje de entrenar si no hay ninguno a la vista. ¿Y qué pasa si no se entrena? Exacto. Que no se ganan campeonatos. Por ende, habría que intentar buscar qué motiva intrínsecamente a los deportistas y pelear por ello. 
    Así que sí, después de esta introducción, llegamos a la parte que seguro que estabais esperando: ¿cómo entreno mi motivación? 
    Bueno, pues la primera respuesta que vamos a dar es muy simple: sabiendo qué te motiva. Mediante la observación o incluso los registros, se trata de que nos demos cuenta de qué quiere conseguir cada deportista en concreto y el equipo en su totalidad durante la temporada. Y aunque dicho así pueda sonar muy engorroso, lo cierto es que se trata de establecer metas y objetivos. De esto hablaremos más adelante y más en profundidad, porque ya veréis que también es algo básico para el entrenamiento de variables psicológicas. ¡Estad atentos y no os lo perdáis 😉! 
    ¿Y qué más podemos hacer? Pues en realidad no es muy complicado, y seguro que muchos entrenadores ya tienen sus truquitos para mantener a sus deportistas motivados. Y los deportistas, por supuesto, también tienen sus cosas para motivarse. Por ejemplo, la música. La gran mayoría de los deportistas, incluidos los de alto rendimiento, tienen una playlist con las canciones que más los animan a la hora de competir. Y muchos de ellos tienen la canción, esa perfecta para cualquier competición, que siempre los anima y que los hace salir a dar guerra con mucha brenga. ¿Cuál es la vuestra 🎶? ¡Es que hay incluso equipos que tienen su propia canción! Algo así como su himno. 
    También podemos motivar con las palabras. ¿Qué decirle a un deportista para motivarlo? ¿Cuántos entrenadores dan una charla antes de salir al campo? ¿Qué se dice el deportista a sí mismo durante la competición para que su energía no decaiga? Y normalmente no tiene que ser algo salido de la pluma de un poeta del siglo de oro. ¡Ni mucho menos! Basta con que sea lo necesario en ese momento. Cada deportista se conoce a sí mismo y sabe qué decirse, y en el caso de que no sea así, tal vez tener una charla consigo mismo le ayude a saber qué puede hacerle falta. Y tener esta charla con el entrenador. Con los compañeros. Con todos: como tienen el mismo objetivo, pueden ayudarse unos a otros para mantener su motivación en el nivel adecuado. Que sepan qué decirse en cada momento concreto, de forma personalizada y ajustada a la situación. Esto, al final, tiene mucho de que se refuercen entre ellos y de que sepan reforzarse a sí mismos. 
    Y no nos olvidemos de las imágenes. Un vídeo con los mejores momentos del deportista, la última victoria del equipo, la actuación de uno de sus ídolos... Ver esto los motivará, porque les recordará ese motivo que tienen para seguir peleando. 
    Esta es nuestra pequeña propuesta sobre la motivación, aunque ya se ha dicho que lo mejor es hacer un trabajo personalizado con cada equipo y cada deportista en concreto. Y es que es fundamental trabajar la motivación, por eso, porque es la base de todo lo demás. Si conseguimos motivar a un deportista, conseguimos que disfrute del largo camino que ha escogido y lograremos que esté orgulloso de lo que ha llevado a cabo para alcanzar el éxito. Sólo con motivación conseguiremos que el deportista realice todo el esfuerzo necesario para conseguir un rendimiento excelente. Porque así le enseñamos porqué merece la pena hacer todo lo que está haciendo. 
    Si te mantienes motivado, seguirás entrenando. Y si sigues entrenando, llegará un momento en que los resultados lleguen por su propio pie. 
    

Comentarios

Entradas populares